¿Por qué? Porque los muros que limitan nuestra creatividad crecen al mismo tiempo que nuestra experiencia.
A esto se conoce como “la maldición del conocimiento”, la cual es una frase usada en un estudio, de 1989, en la publicación The Journal of Political Economy, significa que una vez que uno se ha convertido en experto en un área en particular, es difícil imaginar no saber qué hacer.
Cuando es hora de realizar una tarea los que poseen el conocimiento lo hacen como siempre se ha hecho y de esta forma reprimen la innovación.Es por eso que los ingenieros diseñan productos que al final sólo son útiles para otros ingenieros, por lo que los gerentes tienen problemas para convencer a sus subordinados de que adopten procesos nuevos y por lo que el mundo de la publicidad batalla para transmitir mensajes comerciales a los consumidores. Las personas que diseñan productos son expertos que cargan a cuestas la maldición de sus conocimientos y no pueden imaginar cómo puede ser tan ignorante el resto de las personas.
“Tengo un control remoto de DVD que tiene 52 botones, y todos están ahí porque un ingeniero sabía como usar ese botón y creyó que yo también querría usarlo.”
Para innovar, uno debe reunir a personas con una variedad de habilidades. Si esas personas no se pueden comunicar claramente entre ellas, la innovación se estanca en el lenguaje abstracto de la especialización y la pericia.
A fin de cuentas mucho de esto tiene que ver con la comunicación y con no perder piso, algo de humildad y contacto con el resto de la humanidad también es bueno.
Mas información al respecto: Innovative Minds Don’t Think Alike.
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